sábado, 27 de marzo de 2010






































ROL DEL DIRECTOR Y DEL DIRECTIVO COMO GESTORES DEL CAMBIO INSTITUCIONAL (1)



A los profesores Elizabeth Flores Flores y Eduardo Lores La Rosa, con profunda admiración y respeto.


Por Oscar Guillermo León Venegas (2)


¿CÓMO ES EL CLIMA INSTITUCIONAL DE LA ORGANIZACIÓN QUE GESTIONO?

El punto de partida del presente ensayo tiene como figura central al filósofo y maestro ateniense Sócrates (470 – 399 a. de J.C.), sujeto fundamental dentro del quehacer filosófico occidental y modelo a seguir – pensamos - para todo aquel que se dedica a la labor docente. Y es que antes de él, con excepción del magistral fabulista Esopo, la reflexión filosófica giró en torno a descubrir el principio primero o elemento motor a partir del cual todo lo demás cobró vida. Physiologois se les llamó, y entre los más importantes se encuentran: Tales (640 – 547 a. de J.C.), quien afirmó que el agua era el elemento que dio origen a todo, Anaximandro (610 – 547 a. de J.C.), quien consideró lo infinito o “Apeiron” como el elemento rector y Anaxímides (550 – 480 A. de J.C.), quien afirmó que era el aire el elemento que dio origen a cuanto existía en el mundo.

Fue gracias a Sócrates que la búsqueda de la verdad desvió su atención de lo externo, es decir la naturaleza, y se dirigió al hombre en su relación – encuentro - con los demás. La duda respecto aquello que se tenía por cierto surgía cuando el filósofo debatía con otros. O sea, solo a partir del intercambio de ideas, del diálogo, era posible hallar la verdad. A ese ejercicio Sócrates lo llamó mayéutica, y sin él, el gran salto que dio la filosofía luego, gracias a las reflexiones de maestros como Platón y Aristóteles, no hubiera sido posible.  Fueron el diálogo y el clima afectivo en el que Sócrates envolvía a sus interlocutores, los elementos que permitían el surgimiento de la verdad.

¿Cómo hacer entonces, siguiendo la senda trazada por el maestro ateniense, para que la institución que dirijo desde mi condición de director o directivo cambie; es decir, mejore, sea más eficiente, asertiva, justa? Sobre todo esto último, justa, pues solo en un ambiente en el que impera la justicia la realización personal es posible. En ese sentido, el cambio institucional que las organizaciones requieren con urgencia implica la construcción de un nuevo clima laboral, donde el diálogo entre directivos y trabajadores sea la constante y no la excepción. Sin un clima institucional que invite a la reflexión, al intercambio de ideas, al trabajo en equipo y al compromiso permanente con el quehacer diario, ninguna reforma prodiga frutos. Y la construcción de ese clima institucional solo es posible mediante el diálogo.

¿QUÉ HACER PARA QUE LA INSTITUCIÓN QUE GESTIONO SE TRANSFORME EN UNA ORGANIZACIÓN ABIERTA AL DIÁLOGO?

En La Quinta Disciplina, Peter Senge afirma respecto al clima institucional de las empresas tradicionales que éste se caracteriza por la fragmentación, la componenda permanente, el secreto u ocultamiento de información y el miedo a la autoridad. Por el contrario, en las instituciones inteligentes las ideas que rigen la labor del personal que las conforman son las siguientes: La primacía del todo, lo que significa que los miembros de la organización laboran perfectamente interrelacionados, la índole comunitaria del yo, que no es otra cosa que considerar a mis compañeros de labores como semejantes con quienes aprendo y camino hacia una misma meta, y el poder generador del lenguaje, o sea que gracias al lenguaje podemos reinterpretar nuestras experiencias suscitando de esa manera nuevos espacios para la comprensión de la realidad.

En resumen, las organizaciones denominadas por Senge inteligentes, lo son debido al clima institucional que impera en ellas. En ese sentido, habría que preguntarnos si la institución que gestiono es una organización en la que sus miembros son capaces de florecer profesionalmente y hacer contribuciones para que la institución crezca, a partir de la confianza y respaldo que los directores y directivos depositan en ellos. Lamentablemente la realidad indica todo lo contrario, pues son la fragmentación, la componenda permanente, el secreto u ocultamiento de información y el miedo a la autoridad, los valores que imperan en la mayoría de las organizaciones de nuestro país. ¿Cómo modificar, entonces, esta realidad? ¿Cómo lograr que a través de su desempeño profesional directores y directivos promuevan el diálogo de manera permanente al interior de la institución que gestionan?

Al parecer bastaría con aplicar los principios que priman al interior de las organizaciones inteligentes, pero para que esto ocurra director y directivos necesitan transmitir confianza, de lo contrario el diálogo resulta imposible. Y una persona confiable es una persona a quien se conoce, alguien que demuestra consecuencia respecto a lo que dice y hace. Habría que preguntarnos si somos directivos confiables, si el personal a nuestro cargo dialoga permanentemente con nosotros, o si estamos en capacidad de afirmar que, parafraseando a Tom Morris, los valores que priman en nuestra institución son la satisfacción personal, la felicidad y el sentido y realización del trabajo. Y si no se nos percibe como personas confiables, motivo por el cual nunca o solo en contadas oportunidades el personal bajo mi dirección dialoga conmigo, qué debo hacer para modificar esta realidad.

¿CUALIDADES QUE LOS DIRECTORES Y DIRECTIVOS DEBEN DESARROLLAR PARA CONVERTIRSE EN PERSONAS CONFIABLES?

El respeto y admiración que despertaba Sócrates en todo aquel que debatía con él, hicieron que su fama trascendiera las fronteras atenienses y perdurara a través el tiempo. Caso curioso el del filósofo y maestro griego, ya que al igual que Cristo, no dejó un solo escrito en el que sistematizara sus reflexiones respecto a la verdad. Fueron sus discípulos, entre ellos Platón y Jenófanes, quienes registraron para la posteridad los fundamentos de la doctrina socrática. ¿Qué virtudes o cualidades poseía Sócrates que resultaban particularmente envolventes? Sin lugar a dudas fueron su superioridad intelectual, su disposición al diálogo y su solidez moral, las virtudes que le granjearon el respeto y admiración de los demás.

En ese sentido, Santiago Álvarez de Mon Pan de Soraluce, en El Mito del Líder, reconoce estas características como requisitos presentes en todo líder. Si bien sobre liderazgo se ha escrito mucho, y probablemente se continuará haciendo, cito a de Mon Pan de Soraluce debido a que es uno de los principales académicos interesados en temas de dirección, gestión de personas y liderazgo, y porque cree en los liderazgos y no en el liderazgo; es decir, propone la idea de que todos estamos llamados a ser líderes. ¿Cuáles son entonces las cualidades que un director y un directivo deben desarrollar si pretenden generar confianza en el personal a su cargo?

Generalmente, los cargos de dirección de un centro de enseñanza recaen en el personal que lleva más tiempo laborando en la institución, o en aquellos que por una u otra razón han sabido granjearse la simpatía y confianza del gerente o director principal, y no por el más capaz. En sí mismo, esto no tendría porque cuestionarse. El problema surge cuando la supuesta experiencia del directivo no ofrece ningún tipo de productividad o respuesta inteligente a problemas y dificultades concretas. Y peor aún, cuando el personal que está bajo su dirección comprende que su actuación deberá circunscribirse a realizar aquello que su jefe inmediato superior le ordene, sepultando de esta manera cualquier iniciativa o contribución dirigida a mejorar la labor del área a la que se pertenece. De allí que resulte indispensable que el director y los directivos destaquen por su superioridad intelectual, y no por su antigüedad, pues las dificultades se solucionan con el cacumen y porque solo se es leal a quien se admira.

Respecto a la disposición permanente que el director y los directivos deben mostrar en relación al diálogo, debemos recordar que solo es posible descubrir algo de los demás dialogando con ellos. Y para que el cambio institucional que proponemos sea posible, es decir, el clima institucional de la organización que gestiono se potencie, se torne asertivo, los miembros que laboran en la organización que dirijo deben conocerse. De que otro modo, no seré capaz de aprovechar los talentos o fortalezas del personal que labora conmigo.

Con la lucidez que se reconoce siempre en sus escritos, Peter Drucker afirma en La Gerencia en la Sociedad Futura, que la única manera de alcanzar liderazgo en un negocio basado en el conocimiento es dedicando el tiempo necesario a los trabajadores que prometen; conociéndolos y haciéndose conocer por ellos, retándolos y estimulándolos permanentemente.

¿Cuánto sabemos del personal que labora bajo nuestra dirección? ¿De qué manera participa en el cambio institucional que, se supone, estamos llamados a liderar? ¿Qué motiva la permanencia de los trabajadores que laboran bajo mi dirección en la organización que gestiono? Y puedo seguir formulando preguntas de este tipo. Entonces, ¿cumplo a cabalidad mi labor directiva o la rebajo al nivel burocrático más elemental? Al hablar de su estado anímico, el personal a mi cargo manifiesta agotamiento, hartazgo, ansiedad, depresión, descenso de la satisfacción hacia el trabajo y deseo de tirar todo por la borda, etc.; o por el contrario, manifiesta felicidad, tolerancia, buen humor, compañerismo, confianza, lealtad y seguridad respecto al logro de los objetivos que pretendo alcanzar. Está claro que la respuesta no admite ambivalencias.

En relación al tercer valor, la solidez moral, considero que se manifiesta como resultado de las decisiones que los seres humanos toman en el curso de sus vidas y que, como señala David Copp, permiten dar respuesta a preguntas como “¿Cómo quiero vivir?”. Debido a ello, la solidez moral no es algo que se adquiera al término de una conferencia o revisando las páginas de un manual. Es el reflejo de la sintonía entre lo que se piensa y se hace, entre lo que se promueve y se ejecuta. Tal vez por ello se trata del valor más difícil de reconocer o resaltar en un directivo. Ocurre en ocasiones, y los ejemplos al respecto abundan, que la superioridad intelectual puede andar reñida de la moral. En todo caso, nunca es tarde para apostar por la consecuencia, con mayor razón, si lo que pretendemos es construir un clima institucional que motive el encuentro y no la división, que promueva el diálogo y no el silencio, que rescate lo mejor de las personas y no el enfrentamiento o la indiferencia.

Horas antes de beber la copa de cicuta con la que Sócrates puso fin a sus días, los discípulos con los que hallábase reunido al interior de la celda en la que se encontraba detenido, y con quienes reflexionó acerca de la justicia, el dolor y el placer, le propusieron fugar hacia otra ciudad. Uno de ellos se había encargado de sobornar al vigilante que cuidaba la celda, y otro había trazado la ruta que le permitiría huir de Atenas. Todo había sido planeado con el fin de evitar la injusta muerte del querido maestro. Sócrates ni siquiera lo pensó. No conozco, con excepción de Cristo, un ejemplo de superioridad intelectual, apertura al diálogo y solidez moral, que la historia haya registrado y que podamos ubicar a la altura del filósofo ateniense. Tal vez por ello, Platón imaginó un estado ideal en el que los gobernantes fueran filósofos, y en el que, sin lugar a dudas, Sócrates hubiera ocupado el asiento de honor.

ACCIONES CONCRETAS A SEGUIR PARA FACILITAR EL DIÁLOGO ENTRE DIRECTIVOS Y EL PERSONAL A SU CARGO

Luego de determinar los rasgos personales que debe poseer un directivo, propongo siete medidas a través de las cuales se promueve el diálogo. Una primera medida a seguir es conocer a todos los trabajadores que laboran en la institución que gestiono (empresa, departamento, área o anexo). Y conocerlos implica saber sus nombres y apellidos, como también alguna información personal pertinente. Para que dos personas dialoguen, estas deben conocerse, saber quiénes son. De lo contrario, la información que se comparte no trasciende el ámbito de lo epidérmico o coyuntural.

Una segunda medida a seguir es solicitar la opinión del personal a mi cargo respecto a temas diversos: planificación, evaluación, cambios, significatividad de las actividades a ejecutarse, etc. Si bien es competencia del director y directivos determinar las líneas de acción a seguir, es importante que todos los involucrados manifiesten sus impresiones o pareceres. “Cuando esto no sucede se levanta una barrera invisible tras la cual terminan ocultándose el resentimiento, la rebeldía, la indiferencia y la mezquindad”.

Una tercera medida a seguir implica reconocer toda acción que revierta en beneficio de la organización. Si el aporte contribuye a mejorar un aspecto concreto del servicio que ofrece la institución educativa, corresponde al director reconocerlo. Y si es público mejor. Lamentablemente, lo que suele resaltarse es el error. Por eso, el comité directivo debe promover una cultura de éxito, en la que se reconozca el acierto y se motive a todo el personal a ser los mejores en lo que hacen.

Una cuarta medida a considerar implica evitar en lo posible la intermediación entre informante y destinatario. Respecto a este punto, José Manuel Mañu señala lo siguiente: “A veces hay colaboradores que resultan aisladores; impiden el contacto directo con la realidad y conducen al enclaustramiento del director”. Y cuando esto sucede los canales que permiten la comunicación se restringen o simplemente desaparecen.

Una quinta medida a seguir es la que en España se denomina “Patear la institución”, o sea, visitar los ambientes de la institución que gestiono. Un director o directivo que visita los diversos departamentos o áreas de su organización sabe a ciencia cierta si la institución que dirige funciona como debería hacerlo. Además, recoge los comentarios y sugerencias que puedan surgir en ese momento y que, muchas veces, contribuyen a corregir o mejorar un proceso que se cree está desarrollándose correctamente.

Una sexta medida demanda reconocer y promover toda acción particular que contribuya a acrecentar el saber/conocimiento individual y colectivo. Es decir, si en la institución que gestiono identifico un trabajador que, paralelamente a la labor que realiza, se da tiempo para profundizar en la investigación de un tema de su interés, iniciar una diplomatura, maestría o doctorado, sin lugar a dudas ese trabajador debe ser tomado como un ejemplo a seguir y su esfuerzo reconocido públicamente (y porque no, monetareamente también). De lo contrario, más temprano que tarde, el destino del personal a mi cargo no será otro que el de resignados burócratas.

Finalmente, toda fecha que merezca celebrarse, como aniversarios, onomásticos, feriados, etc., debe servir de pretexto para reunir al personal (en otros países se le denomina “Cofee time” o “Cofee break”) y reafirmar los lazos de respeto, confianza, agradecimiento y camaradería que el director y directivos requieren transmitir siempre al personal bajo su cargo, y de paso proponer o sugerir temas de reflexión que reviertan en beneficio de todos.

Soy consiente que el cambio que propongo es bastante ambicioso, hasta utópico tal vez, debido a que no tiene como fin reestructurar un área o departamento de la organización, abaratar costos, crear una gerencia o mejorar un aspecto concreto de la infraestructura, sino, construir un clima institucional que humanice las relaciones entre los directivos y el personal a su cargo. Hasta ahora todas las propuestas o reformas que han buscado optimizar el servicio de una organización han tenido como punto de partida aspectos externos o coyunturales. Por ello es que han fracasado u ofrecido, en el mejor de los casos, beneficios nimios. La tarea por humanizar las organizaciones exige reorientar la atención hacia uno mismo, hacia la persona. Solo reemplazando el silencio por la palabra, pero la palabra que celebra, que felicita, que reconcilia, que promueve, que acerca, el clima institucional que se requiere para transformar las organizaciones educativas del país se construirá.

(1) Una primera versión del presente ensayo fue leída en el 10 Congreso Nacional de Educación organizado por la Universidad de Ciencias Aplicadas, UPC, en agosto del 2007.

(2) Máster en Dirección de Centros Educativos por el Centro Universitario Villanueva de España, adscrito a la Universidad Complutense de Madrid. Licenciado en Educación Secundaria en la Especialidad de Lengua y Literatura. Actualmente cursa el 8º ciclo de la carrera de Comunicación Audiovisual en la PUCP. Ha ejercido su labor profesional en instituciones educativas públicas y privadas, en los niveles básico y superior.

BIBLIOGRAFÍA

1. ALPORT, Gordon y POSTMAN, Leo. Psicología del Rumor. Editorial Psique, Buenos Aires – Argentina. 1998. ISBN 950 016 341 1.

2. ÁLVAREZ de MON PAN de SORALUCE, Santiago. El Mito del Líder. Prentice Hall, Madrid – España. 2001. ISBN 84205 3256 8.

3. BOGGINO, Norberto. Los valores y las normas sociales en la escuela. Una propuesta didáctica y tradicional. Homo Sapiens Ediciones, Rosario – Argentina. 2003. ISBN950 808 367 0.

4. COPP, D. Reason and needs; value welfare and morality. Cambrige University Press. UEA. 1993.

5. DRUCKER, Peter. La Gerencia en la Sociedad Futura. Editorial Norma, Bogotá – Colombia. 2002. ISBN 958 04 7046 4.

6. FISCHMAN, David. El Espejo del Líder. UPC, Diario El Comercio, Lima – Perú. 2000. ISBN 9972 676 29 3.

7. LLANO, Carlos y POLO, Leonardo. Antropología de la Acción Directiva. Aedos Unión Editorial, Madrid – España. 1997. ISBN 84 7209 317 4.

8. LÓPEZ NOGUERO, Fernando. Metodología participativa en la docencia universitaria. Editorial Narcea, Madrid – España. 2005.

9. MAÑU, José Manuel. Equipos Directivos para Centros Educativos de Calidad. Rialp, Madrid – España. 1999. ISBN84 321 3245 4.

10. MORRIS, Tom. Si Aristóteles dirigiera general motors. Editorial Planeta, Barcelona – España. 1997. ISBN 84 08 02236 9.

11. PLATÓN. Apología de Sócrates. Mestas Ediciones, Madrid – España. 2001. ISBN 84 95311 73 9.

12. PLUTARCO. El banquete de los siete sabios. Editorial Aguilar, Madrid – España. 1963.

13. ROSEN, Emanuel. Marketing de Boca a Boca. Vergara Bussiness, Buenos Aires – Argentina. 2000. ISBN 950 15 2202 4.

14. SENGE, Peter. La Quinta Disciplina en la Práctica. Granica Editores, Montevideo – Uruguay. 2005. ISBN950 641 421 1.


jueves, 25 de marzo de 2010





















EL TIEMPO DE LA ROSA


                 
                  Solitaria




frágil,
triste,
marchita.

Ensaya la rosa
su último aroma.

Mudan sus pétalos
a otro cuerpo.


L      e   j    o    s,        l      e      j       o        s.





IMAGINARIAS FORMAS DE EXISTENCIA

A Carlos Oquendo de Amat









Y en algún rincón del mar, las estrellas se juntan
a llorar,inconsolables, los recuerdos del cielo.




ÚLTIMA CANCIÓN

Los rinocerontes habitan en estrellas
Visten sus corazones de silencios prolongados

Esperan la llegada de la lluvia



Oscar León Venegas. Corredor Insular. Chorrillos. 1996.

miércoles, 24 de marzo de 2010




LUPE


Trabajaba en la Guerrero, a pocas calles de la casa de Julián
y tenía 17 años y había perdido un hijo.
El recuerdo la hacía llorar en aquel cuarto del hotel Trébol,
espacioso y oscuro, con baño y bidet, el sitio ideal
para vivir durante algunos años. El sitio ideal para escribir
un libro de memorias apócrifas o un ramillete
de poemas de terror. Lupe
era delgada y tenía las piernas largas y manchadas
como los leopardos.
La primera vez ni siquiera tuve una erección:
tampoco esperaba tener una erección. Lupe habló de su vida
y de lo que para ella era la felicidad.
Al cabo de una semana nos volvimos a ver. La encontré
en una esquina junto a otras putitas adolescentes,
apoyada en los guardabarros de un viejo Cadillac.
Creo que nos alegramos de vernos. A partir de entonces
Lupe empezó a contarme cosas de su vida, a veces llorando,
a veces cogiendo, casi siempre desnudos en la cama,
mirando el cielorraso tomados de la mano.
Su hijo nació enfermo y Lupe prometió a la Virgen
que dejaría el oficio si su bebé se curaba.
Mantuvo la promesa un mes o dos y luego tuvo que volver.
Poco después su hijo murió y Lupe decía que la culpa
era suya por no cumplir con la Virgen.
La virgen se llevó al angelito por una persona no sostenida.
Yo no sabía que decirle.
Me gustaban los niños, seguro,
pero aún faltaban muchos años para que supiera
lo que era tener un hijo.
Así que me quedaba callado y pensaba en lo extraño
que resultaba el silencio de aquel hotel.
O tenía las paredes muy gruesas o éramos los últimos ocupantes
o los demás no habrían la boca ni para gemir.
Era tan fácil manejar a Lupe y sentirme hombre
y sentirme desgraciado. Era fácil acompasarla
a tu ritmo y era fácil escucharla referir
las últimas películas de terror que había visto
en el cine Bucareli.
Sus piernas de leopardo se anudaban a mi cintura
y hundía su cabeza en mi pecho buscando mis pezones
o el latido de mi corazón.
Eso es lo que quiero chuparte, me dijo una noche.
¿Qué, Lupe? El corazón.




EN LA SALA DE LECTURAS DEL INFIERNO

En la sala de lecturas del Infierno
En el club de aficionados a la ciencia-ficción
En los patios escarchados
En los dormitorios de tránsito
En los caminos de hielo
Cuando ya todo parece más claro
Y cada instante es mejor y menos importante
Con un cigarrillo en la boca y con miedo
A veces los ojos verdes
Y 26 años
Un servidor


Roberto Bolaño. Los Perros Románticos. Editorial Lumen. Barcelona. 2000.

martes, 23 de marzo de 2010




AGUAS DE TRÁNSITO

Para Jorge Pimentel y Juan Ramírez Ruiz (1)

Anhelamos lo que la historia mezquina y cobarde de este país ya le negó a otros, a saber: lucidez, perseverancia, humildad(2). Confiamos en la belleza imperturbable de nuestros sueños, en el misterio reconciliador de las palabras. Registramos el vuelo cósmico de las gaviotas sobre nuestro despreciado mar, el paso distraído de cientos de personas de retorno a sus hogares y somos felices. Celebramos el espectáculo del encuentro y el perdón, de la alegría y las contradicciones, de las empresas sin objetivos ni fines. Abrazamos la esperanza, el valor y la fe la población más pobre y necesitada de este país. Nuestras acciones no hallan otra justificación que la defensa de la vida, la amistad y la de nosotros mismos. Ofrecemos nuestra ingenuidad y juventud al sol, padre nuestro de todos los días. Compartimos similares expectativas respecto a la acción concientizadora de la Poesía y la Literatura, al rol que desempeñan en la lucha contra el desinterés y la ignorancia, auspiciados por décadas, por las clases opresoras de nuestro continente. Combatiremos cualesquiera forma de mentira, olvido o terror que intente justificar la primacía de los facismos religiosos y de derechas, la intolerancia que arrastra a las masas a alentar la realización de empresas egoístas e irresponsables. Desconfiamos de las bondades irresolutas de la globalización, de los enigmas castradores de las economías de libre mercado, de las expectativas que los gobiernos deudores tienen acerca de la democracia. Nos gustan las mujeres de cabellos largos y transparentes, de mirada cerebral, de gestos únicos, de andar pausado y tímido(3). Nuestras voluntades son el tránsito metafísico de las aguas puras del río de Heráclito(4).

Chorrillos, 30 de marzo de 1999.

(1) Fundadores del movimiento Hora Zero.

(2) Arnold Toynbee afirmaba que las civilizaciones eran el resultado de la respuesta de un colectivo humano a los desafíos que sufre, ya sean naturales o sociales. Así, una civilización crece y prospera cuando su respuesta a un desafío no solo tiene éxito, sino que propone una nueva serie de desafíos. Contrariamente una civilización decae como resultado de su impotencia para enfrentarse con los desafíos que se le presentan.

(3) Según el maestro Luis Alberto Spinetta los artistas deben amar solo a mujeres hermosas.

(4) Heráclito de Efeso (0540-0476). Sus principios teóricos lo acercan a los filósofos jónicos y constituyen una antítesis a las soluciones dadas por la escuela de Elea. Su pregunta sobre el ser de las cosas lo conduce a establecer la solución del movimiento. Afirma que solo existe y es real el devenir, todo fluye y nada permanece estático. Plantea el cambio constante de la materia en su aforismo "no nos bañamos dos veces en el mismo río".




domingo, 21 de marzo de 2010




LA CHICA DEL SEÑOR PRESIDENTE


Sus cabellos no eran rubios y sin embargo ella lo fue. De sus ojos diremos que eran azules, simplemente. Sus labios tenían el color de la sangre y la luz era un calco de su sonrisa. Dicen que una de sus piernas era más larga que la otra. Sus manos fueron y seguirán siendo un misterio. Desnuda siempre tendrá la misma edad. Así fue Marilyn, Marilyn, y nadie más que Marilyn. Pocos la conocieron, y sin embargo todos sabemos de ella.




SUR

Para Constantino Carvallo Rey, maestro (1)


EL PAPEL PICADO estalló sobre las cabezas de los barristas, apilados como botellas a lo ancho de toda la tribuna. El sonido del bombo asemejaba el latido de un corazón gigante y los bocinazos eran lanzas arrojadas contra el enemigo. La tribuna parecía una ola que amenazaba con desbordarse en cualquier momento. Imposible reflexionar sobre el mañana o la calma que acompaña a la vejez. Como un ejército victorioso, el Comando exigía atención y respeto. De repente, humaredas blancas y azules lo fueron todo en el aire, y la contemplación de la vida nos tomó por sorpresa una vez más: los potrillos (2) ingresaban al gramado de juego.

(1) Filósofo y educador. Fundador del colegio Los Reyes Rojos. Fue miembro del Consejo Nacional de Educación. Autor del libro Diario Educar. Falleció en agosto del 2008, a los 55 años.

(2) Jefferson Farfán, Paolo Guerrero y Alexander Sánchez son algunos de los futbolistas que fueron formados en el colegio que fundó el maestro Constantino.




EL DRAMA DEL OTRO: UNA APROXIMACIÓN A LA TETA ASUSTADA (1)


A Magaly Solier


Fausta es hija de la violencia y por eso se muestra distante, desconfiada, tímida. Su madre le transmitió el miedo a través de la leche materna. Debido a ello lleva una papa en su vagina: así cree que no la violarán como a su progenitora, víctima directa de la guerra interna que azotó al país. Fausta sufre de sangrados nasales y desmayos constantes: padece el mal de la teta asustada. Pero ese no es su verdadero drama. Su drama, en realidad, es otro.

Fausta es discriminada por hablar un idioma distinto, por tener costumbres distintas, por provenir de un lugar distinto. Su madre ha muerto en Lima, pero ella desea enterrarla en su pueblo, como corresponde a su imaginario. Desgraciadamente no cuenta con el dinero que necesita para transportarla, y el tío que la acoge no está en capacidad de ayudarla porque considera que ese viaje es innecesario y porque pronto celebrará el matrimonio de su hija mayor: está gastado.

Él, al igual que muchos inmigrantes, ha adoptado las costumbres de la capital, algo que Fausta no comprende (en una de las escenas Fausta le exige a su tío que la respete). De allí que la relación que mantiene con él sea igual de distante que la que mantiene con los demás (léase otros). A pesar de ello y por intermedio de la esposa de su tío, Fausta es contratada como sirvienta. Con el dinero que ganará espera transportar el cuerpo de su madre a su pueblo. Ingenua, solicita un adelanto, el cual como era de esperar no se le concede.

La dueña de la casa donde Fausta trabaja es una pianista egoísta y soberbia, quien pronto ofrecerá un recital. La mujer no logra culminar su trabajo, cosa que la angustia y desespera al punto de destrozar su piano a escasos días de su presentación. La comunicación entre ambas es mínima (la patrona jamás la llama por su nombre). La única persona con quien la muchacha se comunica, y en quechua además, es el jardinero de la casa donde trabaja. Él intuye/comprende el dolor de Fausta y mediante sus conversaciones busca “podar” el terrible trauma que la aqueja y le impide ser feliz.

Cuando Fausta sufre de sangrados nasales o está triste inventa canciones que interpreta para sí (antes lo hizo también para su madre). Su patrona, luego de escucharla, le ha prometido un collar de perlas a cambio de que le tarareé una de las canciones que acostumbra entonar. Ella acepta el trato, pero la patrona la engaña debido a que no cumple su promesa, y lo que es peor la despide luego de lograr su cometido, abandonándola en medio de una avenida, de noche, sin importarle la integridad de la muchacha en lo más mínimo. Sin embargo, Fausta consigue hacerse del collar antes de dejar la casa de la pianista. Era lo justo, lo que correspondía.

A pesar de su esfuerzo, Fausta no consigue reunir el dinero que necesita para transportar a su madre. Ante la urgencia de deshacerse del cuerpo inerte de su prima (los días pasan y el cuerpo embalsamado de la anciana mujer empieza a ser una presencia perturbadora), el tío de Fausta alquila un camión y emprende, junto a su familia, el largo viaje al pueblo de su sobrina. Mas en un tramo de la carretera ella se arrepiente y decide que mejor será enterrar a su madre allí mismo, en una playa, en la costa, junto al mar.

Aparentemente ha comprendido que debe empezar a olvidar su pasado y hacer suyas las costumbres de la capital. Como todos, como casi todos.

(1) Agradezco los comentarios y sugerencias que hicieran a la versión inicial del presente texto, el maestro Eduardo Lores La Rosa, el antropólogo Mauricio Cerna y el poeta Odi "Odicha" Gonzales.

viernes, 19 de marzo de 2010







EN EL LÍMITE DE LOS DISTRITOS DE BARRANCO Y CHORRILLOS

A José Gálvez y Julio Ramón Ribeyro

MI BARRIO NO TIENE ESQUINAS y es probable que nunca las tenga. Tiene, sin embargo, un malecón anónimo y un parque de mentira. Fue en el malecón que descubrí que el mar respiraba y que casi siempre está de mal humor. En el parque, descubrí que la noche era tuerta y que algunas veces acostumbra sonreír.

Confieso que a mí siempre me gustó más el malecón. Por eso puedo pasar horas contemplando el litoral, ver a los pescadores trabajar en sus dubitativas lanchas, a los bañistas jugar en la arena y zambullirse después bajo las olas, y a las gaviotas perderse en el callado horizonte.

Aunque de noche las cosas cambian significativamente: en lugar de bañistas las playas acogen a inexpertos amantes, los edificios compiten por ver cuál es más alto, el morro muestra su inapelable filiación religiosa y las horas se tornan torpes, y por ello, más lentas.

Recuerdo que el poeta Rafael de la Fuente Benavides respondió la carta de una acuciosa investigadora que pretendía informarse acerca de él y no del personaje apodado Martín Adán: “Si quieres saber de mi vida/ vete a mirar al mar”. Sí, éste mar que sigue siendo el mismo, y sin embrago, tan diferente. (1)

En el malecón sucumbí a los placeres del alcohol y aprendí que era posible soñar despierto, escuché por primera vez el canto de una guitarra y confirmé que había gente que confundía el significado de la palabra elevador con el de pistola. En el parque de mentira, en cambio, me sorprendió el amor una desprejuiciada noche de febrero, descubrí que los besos dolían y que podían durar más de tres segundos, y que las hormigas no son capaces de reconocer el color. Lamentablemente en el parque de mentira habita un león de piedra que obliga a sus visitantes a no permanecer demasiado tiempo en él.

En mi barrio hay casas también, y en su interior personas (como no podía ser de otra manera). A algunas las conozco más que a otras: por ejemplo a los Guerra, siempre belicosos y conflictivos, o a los Flores, inagotables en su optimismo y fe. Además, por algunas fotografías sé que de niño jugué con triciclos, pelotas y cometas, y con el pasar del tiempo he aprendido que la amistad suele ser un artificio.

Intuyo que mi timidez y torpeza son producto de la ausencia de esa esquina o esquinas que suele marcar la vida de una persona. Claro que en compensación yo tuve un malecón y un parque. Que aunque de mentira, parque al fin y al cabo.


(1) Martín Adán. Obra Poética. INC. 2º edición. Prólogo de Edmundo Bendezú. Lima, 1976.