lunes, 19 de julio de 2010


























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Por pintoresco que hoy me parezca, fue gracias a Paulina Rubio que descubrí algo que tal vez muchos aún ignoren: Daniela baila pésimo. Y cierto es también que fue gracias a la inclasificable chica dorada (2) que logré estar a escasos tres centímetros de los labios de Daniela por primera vez. ¿Lo recordaste, mamacha? Prosigo entonces. Una de las palabras favoritas de Daniela, allá en el lejano 1998, era “refashion”. Sucede que Daniela siempre fue “refashion” y probablemente siempre lo será. Por eso nunca terminé de comprender qué fue lo que vio en mí. Me explico: ¿ubican a Piru? el flaco medio cantante y actor que aparece en la serie argentina El Refugio. Bueno, yo era por entonces una versión local de Piru. Es más, fue luego del primer desaire que Daniela me hizo que compuse la única canción que le he dedicado a una chica. Pero no vayan a pensar que todos los recuerdos son malos. De ser así este testimonial concluía en el primer punto y seguido. Por ejemplo, una tímida tarde de julio almorzamos un tallarincito en salsa roja que yo mismo preparé (quienes alguna vez le cocinaron el almuerzo a su chica, o viceversa, saben que la atmósfera que se genera mientras se pican las cebollas, cocinan las verduras, fríe la carne y explota el agua en burbujas, es mágica). O lo que involucró la aventura de conformar una lista (nuestro logo era un marciano llamado “Ami”) para competir en las elecciones al Centro Federado de la Facultad de Educación de la PUCP, en la que yo ocupaba el cargo de presidente y Daniela el de jefa de organización. O las salidas nocturnas que, parafraseando al universal César Vallejo, si bien no fueron muchas, fueron. O aquel en que me preguntaste si me casaría contigo, mientras compartíamos un sándwich de jamón del país -con harto rocoto y cebolla- y calentábamos nuestros cuerpos con un café retinto en el antiguo bar Queirolo de Pueblo Libre. Lástima que como en ocasiones anteriores (me refiero a mí, por supuesto) todo sucumbiera a las tres semanas. ¿O fue al mes? Al final retuve más de lo que hubiera imaginado: era de noche, nos dirigíamos a la pensión en la que te alojabas, todo empezaba a carecer de sentido. En fin. Estos últimos días de julio han traído consigo -nuevamente- al cantautor canario Pedro Guerra, particularmente al de Raíz. El segundo track se llama Daniela y la primera estrofa sentencia: “Daniela por dentro está llena de puertas, unas cerradas otras abiertas. Daniela por dentro está llena de puertas, a veces sales y a veces entras”. Pero como al inicio de este testimonial he recordado a Paulina Rubio y de lo que se trata es de dibujar una sonrisa en el rostro de Danielita, hago mías las palabras del “zamborja” Wyclef Jean: “Señorita, mi casa, su casa” (3). Estrellita de tres puntas, como ese pancito que tanto te gusta, nunca dejes de reír (4). ¿Lo prometes, mamacha?


(1) 27/02/2006

(2) Paulina Rubio. La “Pau” fue ahijada del maestro Luis Buñuel. De allí que utilice el término inclasificable. Esta fue: http://www.youtube.com/watch?v=DxxMyTZFKIc

(3) Shakira y Wiclef Jean. Las caderas no mienten.

(4) Estrellita de tres puntas. 1. Es el nombre de un huainito, Taky que le llaman, que le compuse a Daniela. Lamentablemente solo recuerdo esa pequeña parte. 2. Pan que se consume en Arequipa.





martes, 6 de julio de 2010






























El equipo de trabajo en el nivel secundario al interior del aula de clases.

El siguiente es un análisis en torno al trabajo en equipo en el nivel secundario al interior del aula de clases. Se abordan aspectos que van desde su formación hasta la evaluación del trabajo realizado. Pensamos que este documento será de mucha utilidad para aquellos orientadores que buscan revitalizar el rol social que la escuela está llamada a promover.

Cuando un orientador solicita a sus estudiantes formar equipos de trabajo, suele enfrentar dos tipos de respuesta: de un lado, se encuentran los estudiantes que muestran de manera espontánea su entusiasmo y no tienen mayores inconvenientes en juntarse con aquellos compañeros/pares que consideran sus amigos más cercanos, y de otro aquellos que permanecen sentados a la espera que el orientador les ordene con quiénes deberán reunirse. Normalmente el cumplimiento de esta solicitud toma algunos minutos y genera desorden. Es por ello que, frente a ambas situaciones, el orientador debe actuar de manera firme e inmediata, exigiendo celeridad y orden, puesto que lo que se espera es que los estudiantes alcancen los objetivos que la actividad propuesta implica. La meta inicial es conseguir que los estudiantes se sientan a gusto dentro del equipo del cual forman parte y que recuerden que necesitan cumplir determinados objetivos dentro de un plazo específico.

Dentro de esta lógica, la mejor manera de combatir el "desorden" que inicialmente genera la formación de los equipos de trabajo es indicándoles a los estudiantes que deberán juntarse con compañeros que se encuentren cerca a ellos - a los costados izquierdo y derecho, delante y detrás - y en un número no mayor de cinco, de modo que el orientador, ejecutando su trabajo de evaluación, identifique los roles que voluntariamente o de manera consensuada cada uno de los integrantes del equipo asume, los cuales a nuestro entender son cuatro:

1. Responsable general. Planifica el modo de trabajo del equipo. Sus labores implican la delegación de responsabilidades y la distribución del tiempo. Suele ser el mediador entre los integrantes del equipo y el orientador.

2. Creativo. Sugiere maneras de trabajo. Es quien anima al equipo a realizar la actividad propuesta de una forma especial, única.

3. Intendente. Se encarga de conseguir o solicitar el material que necesitará el equipo. Trabaja en coordinación directa con el secretario.

4. Secretario. Plasma en la pizarra, papelote, hoja en blanco o mini book, las reflexiones y el trabajo realizado por todos los integrantes del equipo.

Si la actuación lo ameritara, el orientador debe modificar la formación de alguno de los equipos con el fin de evitar enfrentamientos motivados por antipatías, malestares y celos que puedan existir entre dos o más estudiantes.

Acto seguido, el orientador debe indicar a los estudiantes qué harán. Para ello, debe señalar (escribiéndolos en la pizarra o papelote) los pasos a seguir para la realización del trabajo. Como los estudiantes suelen distraerse con mucha facilidad, el orientador debe acercarse a cada uno de los equipos a preguntar (y cerciorarse) que todos entendieron las indicaciones. De existir alguna duda, el orientador debe aclararla mostrando la mayor disposición posible. Del mismo modo, tendrá que prever qué tipo de material necesitarán los equipos de modo que pueda facilitárselo. En ese sentido, para que los estudiantes reconozcan la importancia de trabajar en equipo y no desarrollen algún tipo de malestar hacia el mismo, el orientador debe mostrarse muy atento e intervenir constantemente resolviendo cualquier inquietud, realizando preguntas (inteligentes, por supuesto) de manera constante y alentando a los estudiantes a desarrollar el trabajo propuesto con la mayor seriedad posible.

Respecto a la ubicación de los equipos, estos deben situarse lo más lejos posible uno del otro. Esto es con el fin de evitar que el ruido y la actividad producidos por la dinámica de trabajo interfieran en el buen desempeño de los demás. No debe prohibirse la realización de consultas al orientador o alguno de los equipos vecinos para indagar cómo han planteado la realización de la tarea propuesta. Pero lo que debe quedar claro en los estudiantes desde el inicio hasta el final es que el trabajo es evaluado permanentemente por el orientador y que, finalmente, la nota que se obtenga será el reflejo de lo que cada equipo hizo. Por esa razón, la designación de los roles a asumir al interior de los equipos debe contar con la participación del orientador, ya que la inmadurez de algunos estudiantes puede contribuir a que el trabajo fracase.

Finalizado el tiempo dispuesto para el desarrollo de la actividad, los responsables generales de cada equipo deben comentar brevemente, dirigiéndose al orientador y a sus demás compañeros, cómo plantearon la realización del trabajo, si se sintieron cómodos durante su desarrollo, y en qué consistió el aporte de cada uno de sus integrantes. Se espera, también, que algún compañero complemente las observaciones hechas por los responsables generales, aun si estas fueran distintas. De existir alguna crítica, queja o sugerencia, esta debe exponerse en los mejores términos posibles, evitando las confrontaciones entre estudiantes y orientador, y evaluándose en ese momento la viabilidad de la misma. La sensación que deben experimentar los estudiantes al término de cada clase es la de haber participado de una sesión de trabajo en la que sus opiniones, intereses, creatividad e iniciativa fueron tomados en cuenta permanentemente.

Estamos convencidos que la importancia mayor de trabajar en equipo al interior del aula de clase consiste en acortar las brechas entre la escuela y la realidad. De allí que resulte determinante promover en los estudiantes la educación y desarrollo de sus habilidades sociales, las cuales implican aprender a trabajar con otros y para otros sin que ello signifique un problema. En gran medida, de ello depende el éxito de la educación y la escuela en los tiempos actuales.


Oscar León Venegas
Chorrillano
Educador y comunicador



La Molina, verano del 2004.

lunes, 5 de julio de 2010



















































CANTO CORAL A TÚPAC AMARU QUE ES LA LIBERTAD

                                               Yo ya no tengo paciencia
                                               para aguantar todo esto.
                                                           Micaela Bastidas


Lo harán volar
con dinamita. En masa,
lo cargarán, lo arrastrarán. A golpes
le llenarán de pólvora la boca.
Lo volarán:
                              ¡y no podrán matarlo!

Lo pondrán de cabeza. Arrancarán
sus deseos, sus dientes y sus gritos.
Lo patearán a toda furia. Luego
lo sangrarán:
                              ¡y no podrán matarlo!

Coronarán con sangre su cabeza;
sus pómulos con golpes. Y con clavos
sus costillas. Le harán morder el polvo.
Lo golpearán:
                              ¡y no podrán matarlo!

Le sacarán los sueños y los ojos.
Querrán descuartizarlo grito a grito.
Lo escupirán. Y a golpe de matanza
lo clavarán.
                              ¡y no podrán matarlo!

Lo pondrán en el centro de la plaza,
boca arriba, mirando el infinito.
Le amarrarán los miembros. A la mala
tirarán:
                              ¡y no podrán matarlo!

Querrán volarlo y no podrán volarlo.
Querrán romperlo y no podrán romperlo.
Querrán matarlo y no podrán matarlo.

Querrán descuartizarlo, triturarlo,
mancharlo, pisotearlo, desalmarlo.
Querrán volarlo y no podrán volarlo.
Querrán romperlo y no podrán romperlo.
Querrán matarlo y no podrán matarlo.

Al tercer día de los sufrimientos,
cuando se crea todo consumado,
gritando ¡libertad! sobre la tierra,
ha de volver.
                              Y no podrán matarlo.


A OTRA COSA

Basta de agonía. No me importa
la soledad, la angustia ni la nada.
Estoy harto de escombros y de sombras.
Quiero salir al sol. Verle la cara

al mundo. Y a la vida que me toca,
quiero salir, al son de una campana
que eche a volar olivos y palomas.
Y ponerme, después, a ver qué pasa

con tanto amor. Abrir una alborada
de paz, en paz con todos los mortales.
Y penetre el amor en las entrañas
del mundo. Y hágase la luz a mares.

Déjense de sollozos y peleen
para que los señores sean hombres.
Tuérzanle el llanto a la melancolía.
Llamen siempre a las cosas por sus nombres.

Avívense la vida. Dense prisa.
Esta es la realidad. Y esta es la hora
de acabar de llorar mustios collados,
campos de soledad. ¡A otra cosa!

Basta ya de gemidos. No me importa
la soledad de nadie. Tengo ganas
de ir por el sol. Y al aire de este mundo
abrir, de paz en paz, una esperanza.